Sí, hay días en donde me pregunto qué estarás haciendo, si tienes frío, ya comiste o duermes
calientito. Yo por ejemplo, intento dormir con un frío que cala los huesos. Todos
los días me meto a la cama con la esperanza de que las sábanas me reciban con
una sensación cálida. Bah, es al
contrario, parecieran un congelador, un
recordatorio de tu ausencia…del no se pudo.
Entonces me acuerdo de mi lugar favorito en el mundo, que
por mucho, siguen siendo tus brazos y tu cuello. Cierro los ojos e intento
imaginar cómo era estar ahí, cómo podría
perderme y cómo la sensación de que todo podría desaparecer era real.
Aun así, sigo pensando que tomé la mejor decisión…que lo
nuestro no llegaría a ningún lado. Sólo
a veces fantaseo con que un día llegarás y empezaremos con una nueva historia.
Un tú completo con una yo completa… sin carencias, sin miedos, sin estar
perdidos.
Otros días se me apachurra el corazón, no sé si te haya
pasado. Es una sensación en donde el corazón se va haciendo pequeño: se estruja, se encoje y duele. Siente una desolación gigantesca y
desaparece. Entonces mi yo completo se apachurra.
No te miento, hay días más difíciles que otros. En unos la
vida viene y va fácil, sobre todo los días en los que me encuentro más ocupada
o haciendo cosas que hacen feliz a mi corazón, pero hay otros en donde así, de
sopetón, todo se vuelve pesado… sin sentido.
No me acostumbro al frío…no puedo.
Estas historias no deberían de suceder, hay que compensarlas con muchos helados para desapachurrar ese corazón.
ResponderEliminar