Aprovechando que a ésta, mi vida, le gusta ponerme a prueba en distintos
escenarios, les platicaré de la experiencia más reciente que me ha apachurrado
el corazón.
Resulta que hace unos días recibí una propuesta indecorosa
para tener una "relación paralela", con un alguien que evidentemente
tiene novia cuasi esposa. ¿Qué, qué? Me
quedé paralizada. ¿En qué momento? ¿Qué le hacía pensar a Don Fulanasio que yo quería ser su “paralelismo"?
Después de pensar en la situación que atravieso, en las
tristezas y en las carajadas que me han pasado en los últimos tres meses ( ex
novios que regresan con una bandera de amor incondicional pero que siguen
haciendo sus chingaderas y demás) di la
mejor respuesta que pude. Contesté con
cortesía que me sentía halagada, un
tanto curiosa pero que ni el corazón ni el cuerpo me daban para ser la “paralela”. Que el costo emocional a pagar es muy alto y
que yo soy rebruta para manejar esas cosas, no puedo tener objetos sexuales en
mi vida porque siempre me termino enamorando ( a las pruebas me remito).
Entonces Fulanasio sacó una frase de Juan Querendón como
para lincharlo y quemarlo vivo que decía más o menos así: “ Si pudiera multiplicarme andaría contigo,
pero como la vida no es perfecta, pues no puedo” ¿Neta? ¿A ese grado de cinismo
llegamos en estos días? La declaración implícita de un “ Nomás te quería pa mis
ratos libres…” No pos a toda madre… no le pierde.
En el momento por supuesto que me sentí aliviada…orgullosa.
Y como no, después de toda una vida de estar aceptando las migajas de cariño,
tiempo y atención de las personas, al
fin pude decir te lo agradezco pero no, no quiero ni puedo. Bravo por mi en la
representación de todas las mujeres del mundo mundial… victoriosa salí de una
proposición indecorosa de un alguien que no me es del todo indiferente.
Pero después...se me
apachurró el corazón, sentí una tristeza gigantesca… y es que ¿En qué momento
me vuelvo sólo objeto para las personas? ¿En qué momento les atraviesa por la
mente que puedo ser un buen rato?
Cómo no tenía una respuesta, la busqué en alguien que tuviera
un esquema de pensamiento similar: otro hombre. Si bien, no fue la que yo esperaba, me dejó muy claro
que la simpleza del cerebro masculino y
su limitada capacidad para asumir la consecuencia de sus actos, harán que
hombres así desfilen por mi vida en los próximos años.
Mi cuasi cuate me explicaba que el acto de pedir un “paralelismo”
era similar al de un albañil gritando un piropo a media calle, el impulso vil
de un alguien que reconoce que eres o tienes algún atractivo que desea. Punto,
no hay más. La lección “aprende a vivir con eso”. ¡Zas! “No te ofendas ni te claves en el asunto y
dale vuelta a la hoja”. Lo que él no sabe es que en realidad no me ofendió, me
dolió.
Sin embargo, supongo yo que tiene razón, y es que Don
Fulanasio omitió un pequeño gran detalle: nunca se
detuvo a preguntar qué era lo que yo quería en la vida, simplemente asumió que yo iba a querer ser
eso que no quiero, lo cual confirma que únicamente se centró en sus deseos así…
como animalito.
En fin, asumo la
responsabilidad que me toca en el caso por salir a comer más de una vez con Don
Fulanasio, que si algo le debo reconocer, es que su negras intenciones las dejó al descubierto en todo momento. Así que, ¿pa que nos hacemos?, mejor cierro
la puerta y desocupo mi tiempo, espacio y cariño para quien lo quiera de tiempo
completo y no en sus ratos libres.