Que debía ser consciente y responder por sus palabras, debía ser responsable, asumir las consecuencias de sus actos y sus omisiones.
Pensé en gritarle como una loca, reclamarle hasta el cansancio que todo había sido su culpa: mi tiempo, mis ilusiones y mis sueños rotos.
Pensé en insultarlo por no valorar el esfuerzo, por ni siquiera intentarlo. Por regresar sin pedírselo e irse sin consultarlo.
Pensé en decirle que el "siempre no" no era una opción después de abrirle mi corazón. Que le hacían falta un par bien puestos para aceptarlo y enfrentarlo.
Pensé en mentarle la madre por romperme una vez mas el corazón, pero no pude... Fui yo la que le abrió la puerta al pasado a sabiendas de que todo sería tal cual fue.